Un día te levantas por la mañana y te dices que no puedes más. El día que te queda por delante se te hace insoportable. Ya nada te motiva, ni tus relaciones, ni tu trabajo y has olvidado lo que significa tener una afición. Nada. La vida se ha convertido en eso: en un insoportable suplicio por el que debes transitar. Tu mente, tus pensamientos son oscuros y repetitivos. No logras ver lo buena en nada ni nadie y poco a poco empieza a aparecer la idea de que pasaría si acabaras con todo. Si, con el «todo» que es esa vida que llevas dentro. ¿Qué pasaría si dejaras de existir? ¿alguien lloraría tu ausencia? y lo más importante ¿me importa? Empiezan a rondarte pensamientos negativos, prefieres pensar que quizás esas personas estén mejor sin ti… Y no te queda nada a lo que agarrarte. Esa es la noche oscura del alma.

¿Cuándo empezó a fallar todo? te preguntas. Hiciste lo que se esperaba de ti. Estudiar, trabajar, cuidar de tu familia, cosechar amistades… y ahora qué. Nada tiene sentido. La encrucijada se desvela ante ti: sigo igual, acabo con todo o encuentro la salida del oscuro túnel donde me encuentro. Las dos primeras opciones parecen más fáciles que la última, y digo que «parecen» pero en realidad se necesita mucha energía para vivir una vida sin alicientes y no te digo nada de lo difícil de tomar la decisión de querer acabar con todo…

La salida del túnel

Y bueno, una vez llegado a este punto tomas la determinación de que vas a dejar de sufrir y te comprometes a encontrar la salida del laberinto en el que te encuentras. Entonces aparecen otras preguntas: ¿Qué hacer y cómo?

Pues bien hay una cosa que debes saber: solo no puedes. Tienes que buscar ayuda. Muy bien. Te decides a buscar un profesional que te guie en en este proceso pero no sabes por donde empezar. Tienes un miedo loco a que te cataloguen como enfermo mental y te endosen medicamentos, miedo que está justificado teniendo en cuenta la gran facilidad que tienen los médicos de utilizar la industria farmacéutica. Así que decides probar otras medicinas alternativas que no sean tan invasivas y resulta que te encuentras con una gran oferta de personalidades que utilizan metodologías que te suenan muy extrañas. La toma de decisión sobre la ayuda a buscar te estresa y confunde y eso te hunde más en la depresión. Finalmente te decides por alguien que encuentras por internet y te ha caído bien. «Éste me va ha salvar» te dices y vas a una sesión pero no es lo que esperabas. Después de una hora sales más desanimado.

¿Cómo encontrar la ayuda que necesitas? Lo primero de todo es entender que nadie te va a salvar. Un buen profesional te va a guiar para que tu encuentres los recursos dentro de ti para poder salvarte. Un buen profesional te va servir de espejo para que te veas a ti mismo reflejado en el otro y puedas hacer cambios sólidos. Un buen profesional te va a hacer sentir seguro y a salvo. Pero sobretodo, un buen profesional, te va a ayudar a cambiar tus pensamientos porqué una vez que empieces a controlarlos tus emociones van a cambiar y cuando cambias lo que sientes te vas llenar de una energía que hace que la vida adquiera otro dimensión. Ahí es cuando empieza a aparecer la luz al final del túnel.

Cristina Piera